viernes, 30 de septiembre de 2011

Ejercicio 1

HISTORIA
 
“UN DÍA DE PERROS”

Querida Lula, te escribo desde los barrotes que me aguardan hasta el día que pueda escapar. No sé bien como acabé aquí, pues no hice ningún mal, pero debe ser que hoy tuve un día de perros. Esta mañana salí de casa con Mario como un día normal, deseoso de pasar por tu casa para poder verte como todos los días, pero algo pasó que me distrajo, una esfera brillante salió de la nada votando, algo en mí despertó un furor que se convirtió en una exaltada persecución por conseguirla, Mario comenzó a seguirme gritando que no me fuera, pero lo perdí al paso de unas escaleras, continué siguiendo la esfera brillante hasta un lugar donde nunca antes había estado, la esfera cayó en un barrizal y dejó de brillar, me mojé al intentar recuperarla pero no puede, de repente me di cuenta que me encontraba solo y perdido, no recordaba como regresar así que comencé a caminar buscando alguien que me ayudará, pero nadie me contestaba es más, se alejaban al verme como si estuviera apestado.

El tiempo se me pasó dando vueltas sin sentido, el sol comenzaba a caer y tenía hambre y algo de sed, así que desfallecido por el cansancio me tumbé ante una puerta, al cabo de un rato esta se abrió y una chica salió de ella,  se sorprendió asustada al verme pero solo fue un instante luego me sonrió, me dijo de pasar, así que entré dentro donde me dio de beber y de comer, nos sentamos y se puso a hablarme pero caí dormido. Al despertar me encontraba en el asiento trasero de un coche, delante iba la chica que me abrió la puerta y otro hombre, ella parecía triste y tenía cara de haber llorado, creo que era por culpa del hombre, ya que él parecía enojado y conducía de manera brusca, todo estaba en silencio excepto la radio, por la ventana podía ver solo algunas luces de farola sin edificios, así que me espabilé y pregunté a donde íbamos y porque iba en el coche, la chica se volvió y me pidió que me callase, asustado le insistí en que me dijera donde íbamos, entonces el hombre comenzó a gritarme que me callase y levantó la mano para intentar alcanzar a golpearme sin conseguirlo, la chica comenzó a calmarlo mientras yo me pegué a la puerta y me quedé quieto llorando en silencio temiendo por mi vida.

Al cabo de unos minutos paramos, se bajó primero el hombre y luego la chica me ató con una cuerda, no opuse resistencia ya que estaba muy asustado, me bajó del coche y me arrastró hacia dentro de un edificio, donde no entendía que estaba escrito en la puerta, pero al entrar se escuchaban gritos y sollozos, había un mostrador enorme al que me subieron y me sentaron, luego un hombre mayor y bajito se nos acercó y empezó hablar con el hombre del coche, la chica se quedó conmigo e intentó tranquilizarme, me besó en la frente y me ató a un palo metálico que había junto al mostrador, luego la chica con los ojos húmedos se despidió de mí y se marchó disgustada con el hombre del coche, el hombre mayor se acercó, me miró y dijo que me buscaría un lugar para pasar la noche.

Así que me encerró donde estoy ahora, apenas entra la claridad de la luna por la ventana, y no paro de oír sollozos, claro que todo esto que te escribo no te llegará, ya que solo es un carta mental, pero ansío el día en que pueda escapar y poder marchar allá donde tú estás, espero que Mario me busque y pueda sacarme de aquí, ya que echo de menos mi manta y mi hueso, también muero por una de las galletas de “buenas noches” que Mario me da, y añoro las caricias con las que todas las noches duermo.

Besos y abrazos de tu querido Rufo.
Adrián Rodríguez Suárez/1ºFotografía/grupoA


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